El Blog de Pippi

EL GRITO DE LA TIERRA

Título: El grito de la tierra

Autor: Sarah Lark

Editorial: Ediciones B

Sarah Lark cierra esta triología con El grito de la tierra, en el que nuevamente nos sumerge en el fantástico mundo de Nueva Zelanda. 

En esta tercera y última entrega, la trama gira en torno a Lilian y Gloria, las bisnietas de Gwyneira. Una vez más nos encontramos con dos protagonistas femeninas y, una vez más, muy diferentes entre sí.

Gloria Martyn, hija de Kura y William, es enviada por sus padres a un internado en Inglaterra para mejorar su lado artístico e intelectual y llegar a ser una gran artista como su madre.

La familia decide que su prima Lilian le acompañe, y es así, como las dos muchachas ponen rumbo a Europa.

En el internado, Lilian es capaz de acostumbrarse perfectamente a las nuevas circunstancias, mientras que Gloria no es capaz de adaptarse y sólo piensa en regresar a su casa y a su tierra, por lo que decide trazar un plan para escaparse y volver a Nueva Zelanda.

Como en las anteriores novelas, los personajes están muy bien definidos, incluido los secundarios.

La trama te atrapa y te mantienen en vilo hasta el final. Es una novela extensa pero muy amena y sencilla, lo que hace que sea muy fácil de leer.

En mi opinión, es un libro que engancha y que es entretenido, aunque tengo que decir, que de las tres novelas es el que menos me llamó la atención. Con esto no quiero decir que no me haya gustado, sino que creo que no llega a estar a la altura de las anteriores. 

La triología en sí me encantó y recomendaría su lectura totalmente.

Decir que las tres ediciones me encantan y tienen unas portadas preciosas (viendo las portadas ya te entran ganas de leerlos).

Se agradece también, que en esta última entrega aparezca al principio del libro un árbol genealógico, ya que con tanta familia a veces es fácil perderse y no acordarse de quién era quién.

Recomiendo leer los libros por orden de publicación, ya que creo que así se entiende mejor la historia y se disfruta mucho más.

"Su principal preocupación era no llamar la atención, ni para bien ni para mal".